Existe una mala costumbre entre los domainers que es abrumar a los clientes con extensas carteras de dominios sin tener en cuenta las características de cada comprador. Se pone sobre la mesa un inmenso archivo con nombres de dominios, sin clasificar y esto termina agobiando al receptor, que pierde el interés al no saber cuál es la mejor opción. Estamos en una época en la que el tiempo apremia y no se puede gastar en procesos de selección engorrosos.
Uno de los errores comunes se realiza cuando se está tratando de vender un dominio y no se tiene en cuenta el perfil del comprador. En este punto, conviene analizar en privado cuáles son las características del cliente (¿pequeña o gran empresa?, ¿nicho de mercado en auge o minoritario?, ¿experimentado o inexperto en Internet?) para aportar directamente los dominios de interés para el cliente potencial.
El perfil del cliente es un factor que obviamente se debe tener en consideración a la hora de vender un dominio. Una gran empresa que se aproxime a nuestra cartera de dominios estará más interesada en dominios de perfil alto que en dominios de perfil bajo porque básicamente los podrá pagar. De nada sirve abrumar a una PYME con dominios fuera de su alcance económico porque no conseguiremos los resultados deseados.
La solución a buena parte de estos problemas es muy simple: mantener el catálogo de nuestros dominios ordenado y actualizado, con una lista especial que los ordene en función de compradores tipo. El precio de venta, que como digo dependerá del cliente en la mayoría de los casos, se definirá a partir de la calidad del dominio. Ordenándolos conseguiremos ofrecer a cada cliente justo lo que necesita, y a fin de cuentas de eso se trata.